viernes, 30 de julio de 2010

Despedida


El móvil empezó a sonar. Me levante de la silla y me dirigí a la chaqueta que estaba colgada en el perchero del despacho. Busque en un bolsillo y no lo encontré, busque en el otro y cogí el móvil entre mis brazos. Lo abrí, era un numero que no tenia en la memoria del móvil.
-Si? -Dije al teléfono. Una voz empezó a salir de mi móvil. Diez segundos después de estar escuchando el teléfono móvil mi mano dejo de ofrecer fuerzas y mi móvil cayó al suelo, partiéndose en varias piezas. Por mi rostro empezó a caer una lágrima. Después de esta lágrima, le siguieron muchas mas, poco a poco estas fueron mojando el suelo. Me senté en un sillón que había en mi despacho. No podía estar pasando eso. Mientras hundía mi cabeza en mis manos la puerta de mi despacho se abrió. Era Belinda, mi secretaria.
-Señor...-Empezó a decir mirando unos documentos que llevaba entre sus manos, luego alzo la vista y me miro. -Si quieres vengo en..
-Quedate por favor... -Le pedí levantando la cabeza de mis manos. Belinda se acerco y se sentó en el sillón, me paso una mano por mi espalda intentando reconfortarme.
-Le pasa algo? -Me pregunto mientras buscaba mis ojos.
-Mi ma...ma.. -Empecé a decir, pero no me hizo decir nada mas, porque Belinda me comprendio desde el primer instante. Desde el primer momento que me habían ascendido a abogado jefe había empezado a tratar a la gente como si no fueran mas que simples esclavos que no tuvieran sentimientos, pero sabia que lo que me estaba ocurriendo marcaría un antes y un después en mi vida.

Chloe acababa de salir de la tienda de ropa donde trabajaba como dependienta. Había tenido un día bastante ajetreado y decidió ir a la cafetería dos manzanas mas abajo de la calle donde se encontraba su trabajo. Como de costumbre cuando abrió la puerta sonó la campanilla que anunciaba que alguien había entrado.Chloe se dirigió hacia la barra y se sentó en una de las sillas altas de metal con el apoyadero en rojo. Una de las camareras vestidas de azul turquesa con su delantal blanco se acerco a ella con una libreta en la mano y un bolígrafo.
-Un café de moca con leche desnatada de soja... -Dijo Chloe sin levantar la vista de unos bocetos del nuevo vestido que iba a diseñar. Iba vestida con una camisa blanca, cubierta por un abrigo rojo, llevaba una falda de cuadros, unas medias negras y un tacones rojos, todo esto combinado con una boina negra y montones de collares. La camarera llego con el pedido de Chloe y se lo puso en la mesa. Extendió la mano mientras mascaba el chicle que tenia en la boca descaradamente. Chloe la miro.
-Ah si... -Dijo mientras ponía en la mano de la mujer cinco dolares. La camarera se alejo del lugar donde estaba Chloe con los cinco billetes de un dolar. Después de unos minutos Chloe recogió sus cosas y salio de aquella cafetería, dejando el café como se lo habían traído. La campanilla volvió a sonar cuando salio de la cafetería. Camino por las calles mojadas por la tormenta de lluvia que había caído esa mañana en Nueva York. Se acerco a la carretera y alzo un brazo.
-Taxi!! -Grito a la carretera mientras empezaban a pasar varios taxis, después de que pasaran tres vehículos un taxi paro delante de ella. Chloe abrió la puerta de aquel coche amarillo y se metió dentro.
-A Manhattan... -Le dijo al taxista mientras se acomodaba en el sillón trasero del taxi.

Después de vestirme para el entierro de mi madre, cogí las llaves del coche y salí de mi apartamento. Baje por el ascensor con dos vecinos mas, trate de disimular las lágrimas que caían por mi cara. Deseaba con todas mis ganas que el ascensor llegara a la planta baja. Después de diez segundos aproximadamente el ascensor se paro. Las puertas se abrieron y aparecí en la recepción del edificio. Salí a la calle a través de las puertas principales. Mire la ciudad de Nueva York en plena acción, la gente iba de un lado para otro como si no hubiera pasado nada. Saque las gafas de sol de mi bolsillo y me las puse mientras empezaba a caminar por la acera buscando mi coche. Después de girar en dos esquinas lo encontré, apreté el botón de mis llaves para que el coche se abriera estomáticamente y me metí dentro. Metí las llaves en la ranura y arranque el coche. Me adentre como pude en la carretera. La carretera estaba abarrotada de coches y el trafico iba muy lento. Después de una hora y media conseguí llegar a la zona donde enterraban a mi madre. Por el camino había comprado un ramo de flores de cera, las flores con las que se había casado mi madre, y una corona de flores. Me baje de mi deportivo lentamente. El entierro no era algo muy publico, solo se encontraban los familiares mas apegados a ella. Estaban mi padre, mis dos tías y sus respectivos maridos y mis tres primos. Me acerque a mi padre que miraba el ataúd con nostalgia. Le puse la mano en su espalda y le mire. Con la otra mano me quite las gafas. Mi padre pudo observar mis ojos rojos. El solo sonrió.
-No llores mas, a tu madre no le gustaría y dentro de unos cuantos años la volverás a ver... -Dijo esbozando una leve sonrisa. Me asombraba la actitud de mi padre, pero sus palabras me convencieron, poco a poco fui esbozando una leve sonrisa, pues sabia que mi madre estaría en un lugar mejor y algún día la volvería a ver.